En este episodio de Booster Inmobiliario conversamos con Fernando Gabay, director de Nuevo Hábitat, para adentrarnos en la realidad del desarrollador “de trinchera” en Argentina. Lejos de los relatos románticos del Corredor Norte o de los renders perfectos, esta charla expone el lado crudo, práctico y profundamente humano del oficio: burocracia, informalidad, decisiones rápidas, calle, resiliencia y, aun así, optimismo hacia el futuro.
Desde el inicio, Fernando marca la diferencia. Viene del mundo de la arquitectura comercial, donde construyó más de 200 locales llave en mano en los años noventa. Su salto al desarrollo residencial se gestó tras obtener un Máster en Dirección de Empresas Constructoras, donde su tesis —un proyecto de 20.000 m² de Lofts inspirados en Nueva York para la ex Bodega Giol en Palermo— ganó el primer premio. Aunque nunca se concretó, esa idea plantó la semilla de un modelo propio: desarrollar con integración vertical.
Para Fernando, la integración vertical no es una moda ni un discurso de marketing. Es un modelo de supervivencia. Cada proyecto se desarrolla dentro de una Sociedad Anónima que funciona como desarrolladora y constructora, eliminando la burocracia de terceros y permitiendo tomar decisiones rápidas, eficientes y con impacto directo en los costos. No depende de contratistas externos: si falta material, lo compra; si hay un problema, lo resuelve; si aparece una oportunidad, la ejecuta. Y, como detalle no menor, optimiza la carga impositiva al evitar el IVA sobre la mano de obra propia.
La conversación toma un giro revelador cuando Mateo lo invita a hablar de Flores, un barrio muchas veces subestimado por quienes solo miran Palermo, Belgrano o Núñez. Allí, Fernando vio una oportunidad real en un mercado de clase media donde muchos desarrolladores no miran. Sin embargo, la anécdota más dura no ocurrió en Flores, sino en su proyecto de Cabrera, donde vivió una verdadera odisea antes de poder comenzar a construir. El terreno fue intrusado durante un año y medio, obligando a detener todo el avance hasta recuperar el control de la propiedad.
A ese episodio se sumaron otros golpes: una vez comprado, el proyecto quedó afectado por un embargo penal, resultado de una causa por lavado de dinero que involucraba al vendedor anterior del terreno, completamente ajena al desarrollo. Pasaron un año demostrando su inocencia para destrabar la obra. Luego llegó la Ley de Alquileres, que destruyó la rentabilidad prevista del producto pensado para inversores. Y, como si fuera poco, la pandemia.
Aun así, el edificio se terminó. Y esa palabra —“terminar”— es, para Fernando, la esencia del desarrollador argentino: perseverar incluso cuando todo está en contra.
En un intercambio clave, Mateo indaga sobre la economía real del sector: qué mueve realmente los costos, cuánto influye el dólar, si la informalidad sigue siendo un problema y si integrar el proceso verdaderamente abarata o simplemente da control. La respuesta de Fernando es contundente: integrar es la única manera de sobrevivir cuando las reglas cambian todos los días.
Sobre el futuro, Fernando se muestra sorprendentemente optimista. Compara este momento con el inicio del boom de los años noventa: los precios tocaron piso, los salarios medidos en dólares se están recuperando, y los bancos necesitarán volver a prestar al sector privado. Pronostica que el crédito hipotecario volverá con fuerza en 2026/2027, lo que absorberá el stock de propiedades usadas y obligará a iniciar un nuevo ciclo de construcción en Argentina.
Una conversación que desnuda el oficio del desarrollador sin filtros ni idealizaciones, y que muestra cómo Nuevo Hábitat combina técnica, criterio y resiliencia para seguir construyendo aun en los contextos más adversos.
Escuchá el episodio completo en Spotify y YouTube y conocé a fondo cómo piensa, decide y proyecta un desarrollador argentino que todavía apuesta por el país.
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